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La infanta roja

<p style="text-align: justify;"> La pol&iacute;tica en Espa&ntilde;a cabe en un plat&oacute; de televisi&oacute;n. En los d&iacute;as de plasma gubernamental y ruedas de prensa sin preguntas, los responsables televisivos sintieron la tentaci&oacute;n de elegir a los nuevos l&iacute;deres pol&iacute;ticos entre sus tertulianos. Pensaron en que las primarias de los partidos deb&iacute;an ser sustituidas por una especie de nueva Operaci&oacute;n Triunfo, donde se ense&ntilde;ara a estos j&oacute;venes pol&iacute;ticos a debatir sin dejar heridos y despu&eacute;s reconciliarse mientras apuraban el catering en las pausas publicitarias.</p> <p style="text-align: justify;"> Deb&iacute;an ser j&oacute;venes sobradamente preparados, sin historia, expertos en la cr&iacute;tica de ciento cuarenta caracteres, con buena presencia y con pocas horas de vuelo en las rancias sedes de sus respectivos partidos pol&iacute;ticos.</p> <p style="text-align: justify;"> A fuerza de hacer visibles los que eran an&oacute;nimos, y de hacerse an&oacute;nimos los que realmente ejerc&iacute;an labores ejecutivas en las diferentes formaciones pol&iacute;ticas, las televisiones semana a semana fueron nominando a aquellos que hab&iacute;an entendido la pol&iacute;tica como si se tratara de un &ldquo;talk show&rdquo;. Todo por una buena cifra de &ldquo;share&rdquo;. Las encuestas sesudas fueron sustituidas por las &uacute;ltimas cifras de audiencia, y as&iacute; se dilucidaba si un pol&iacute;tico merec&iacute;a la oportunidad de ser escuchado.</p> <p style="text-align: justify;"> Toda vez que un nuevo pol&iacute;tico daba bien en televisi&oacute;n y la audiencia lo respaldaba cada vez que ten&iacute;a un buen d&iacute;a en la tertulia, el resto se convirti&oacute; en algo muy f&aacute;cil para las productoras. Recuerden que Bel&eacute;n Esteban gan&oacute; un concurso televisivo de baile movi&eacute;ndose como un pato.</p> <p style="text-align: justify;"> Al l&iacute;der pol&iacute;tico televisivo s&oacute;lo se le puede hacer caer desde el mismo medio. Lo que fueron palabras amables, entrevistas hagiogr&aacute;ficas y futuros prometedores, se han convertido en dardos envenenados que esperan con paciencia la ca&iacute;da de estos nuevos gigantes con pies de barro.</p> <p style="text-align: justify;"> En estos d&iacute;as de fr&iacute;o y gripe, la exitosa pol&iacute;tica televisiva Tania S&aacute;nchez ha comenzado a tomar la medicina que tanto indic&oacute; en sus incontables apariciones cat&oacute;dicas. Ha comenzado a sentir el fuego amigo. Por cuenta de su amnesia con los negocios de su familia, ha sido denominada por sus compa&ntilde;eros de formaci&oacute;n pol&iacute;tica como &ldquo;Tania de Borb&oacute;n, la infanta roja&rdquo;, seg&uacute;n se cuenta en los confidenciales. El mism&iacute;simo Wyoming, oficiante de la misa diaria progre de este pa&iacute;s, se ha atrevido a decir que &quot;ser&aacute; de izquierdas y republicana, pero se hace la tonta como si fuera una infanta&rdquo;.</p> <p style="text-align: justify;"> A la infanta roja lo que la televisi&oacute;n le dio, la televisi&oacute;n se lo quitar&aacute;.</p>