El burladero
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España es un país donde no caben más burladeros. Las tablas han representado la salvación durante muchos años. Su imagen está demasiado presente en nuestro subconsciente colectivo.</p>
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Los nuevos gurús del “coaching” hacen su agosto particular hablando de que debemos abandonar nuestra “zona de confort”, para encontrar nuevas áreas en las que podamos crecer tanto en lo personal como profesional. Nos invitan a que venzamos nuestros miedos y nos atrevamos con la complejidad de la vida, en la que la mayoría de las veces la adversidad nos acechará para acabar con nosotros. La estatura de los hombres finalmente no dependería de las rayas monótonas y fijas del metro, sino de las dimensiones de los retos a los que se han enfrentado y han podido superar. Según parece nadie crece ni con los beneficios de los bálsamos ni con la dulzura del almíbar.</p>
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José Tomás comenzaba sus faenas de muleta, dirigiéndose al centro del ruedo, y confiando la suerte de su vida a unos estatuarios que le hacían adquirir las dimensiones de un héroe. Su arte no conoció el alivio y las estrecheces de burladero alguno. Hasta donde llega mi conocimiento , el diestro de Galapagar nunca pisó seminario alguno de autoestima de a 5000 euros la hora.</p>
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La vida se nos puede escapar entre los cojines de nuestro sofá, con aire acondicionado cuando el calor acecha o la mantita cuando es el frío el protagonista, o buscar los medios donde hasta el aire conspira contra nosotros.</p>
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Los protagonistas de la actualidad intenta encontrar acomodo en el reducido espacio del burladero. No caben más políticos en busca de alivio, profetas electrónicos, periodistas con blog, profesionales mediocres, profesores que no enseñan, médicos que no curan o personajes sin personalidad.</p>
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España no puede seguir encontrándose cómoda en su versión “Puerto de Arrebatacapas”, construyendo refugios pequeños para personas de poca estatura.</p>
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Sin toreo de pico y mentira, hay que empezar a jugársela como siempre supimos hacerlo, sin buscar el alivio en el burladero de la vida. Quien todo lo apuesta a la aventura de vivir, encuentra más incomodidad e incertidumbre que sabanas limpias y acogedoras.</p>
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Frente a los que nos proponen : “ponga un burladero en su vida”, yo les invito a una vida auténtica en el centro del albero que merezca la pena ser vivida.</p>
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