España
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Ser español es aspirar a la grandeza por el camino empinado. Lo nuestro nunca fue la línea recta, el trayecto despejado, el principio y el fin. Siempre ha sido un vivir sin vivir y un morir por no morir. Todo muy teresiano, en el año de su aniversario, con frío abulense incluido en los huesos.</p>
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España en la actualidad está padeciendo un embarazo de alto riesgo, con muchos sobresaltos, manchando casi a diario y con frecuentes visitas a las urgencias. Dirimimos nuestras dificultades en los despachos de lo urgente con demasiada frecuencia, y eso nos abona a la taquicardia constante y a no poder coger el aire necesario para alejarnos de los temas que nos ocupan para tener algo de perspectiva.</p>
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La realidad tiene su propio discurso y a lo largo de los siglos nosotros hemos tenido que ir interpretándolo. Nuestros días no son ni más grises, ni más largos, ni más duros, que los que vivieron los que nos precedieron. El pesimismo con rima al que nuestra alma española es tan propicia, nos ha hecho reos de una supuesta condena, de la que sólo nos liberará el discurso adolescente e interesado del político de la penúltima hora.</p>
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Nuestra historia se ha escrito con renglones torcidos por personajes anónimos que tuvieron que ser protagonistas a la fuerza. España está encontrando salida a su difícil situación económica desde los márgenes de la política, y el discurso esperanzador está siendo escrito por los que día a día suben la persiana de su negocio, acuden a su puesto de trabajo con dignidad, y han sabido posponer su éxito. La madurez no es otra cosa que saber aplazar la recompensa, y eso es lo que están haciendo muchos españoles empujados a lo heroico.</p>
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La política es el mal necesario que los españoles soportamos estoicamente, sabiendo, eso sí, que no podemos dejarla en manos de lo totalitarios con disimulo . Esta relación de amor-odio que siempre hemos mantenido con la política es la que ha hecho a España aspirar a la grandeza sin ropajes. </p>
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En estos días de luces, cámaras y cervezas con los cuñados y los compañeros de empresa, debiéramos encontrar esos minutos de reflexión que se compran con sentido común e interés por nuestro destino colectivo. No estamos en tiempo de cebar a la bestia del no hay salida, si no de estar atentos a la grandeza de lo cotidiano que están consiguiendo los hombres y mujeres de buena voluntad que tejen de día lo que desde lo vulgar se desteje de noche.</p>
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España es el camino empinado para los españoles.</p>
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