Anatomía de un héroe
<p>
Occidente es un tratado de cobardía con demasiadas páginas. Tenemos serias dificultades para reconocer las auténticas dimensiones de la virtud y el bien. En nuestras sociedades depiladas y buenistas, lo heroico dejó de ser una tarea urgente. Preferimos el falso tacto de la capa del superhéroe, a la verdad de la piel herida y acuchillada de uno de los nuestros.</p>
<p>
En una calle sin primavera de un Londres sin alma, Ignacio Echeverría, tuvo que enfrentarse con su monopatín a los cobardes del cuchillo y la barbarie. Su actitud heroica nos regaló al hombre que todos podemos ser. Como si de un cirineo se tratara, no rehuyó su compromiso de sostener al débil y murió como sólo los valientes saben hacerlo.</p> <p>
Desde mi pequeña columna de página impar, con mucha menos literatura que la de mi maestro Jesús Nieto Jurado, sin más armas que las de mis palabras torpes, hoy Ignacio de apellido Echeverría, quiero rendirte los honores que mereces, cuando tu cuerpo frío está regresando a la tierra que te vio nacer. El relato heroico de tus últimos minutos bajo el sol de la Europa cobarde merece las mejores glosas de las que seamos capaces. Tu sacrificio no ha sido en vano, nos ha abofeteado a todos, ha devorado nuestra impasividad, nos ha situado en el precipicio de la realidad.</p>
<p>
En la búsqueda desesperada de tus amigos y tu familia, en su actitud ejemplar y sus palabras sabias, dulces y profundas, encontramos el bálsamo del ejemplo que todos necesitamos. No es fácil poder entender la frialdad y la distancia del discurso de lo políticamente correcto y la falsa preocupación de los medios de comunicación. Las palabras huecas que no resonaron ni en los rincones ministeriales contrastan con la generosidad del verbo de tus padres y la calidez de tus hermanos. El interés verdadero por encontrarte de los que te acompañaban aquella fatídica tarde, ridiculiza a los mercaderes de las noticias que no dudan en enviar a toda su cadena a cubrir cualquier #jesuis y reservan la nota al pie para quien merecería todo el mejor periodismo de investigación.</p>
<p>
Tus contornos de héroe me recuerdan a los del Miguel Ángel Blanco que sacudió las conciencias de los españoles que no queríamos seguir viviendo bajo el yugo del terrorismo. Eres uno de los nuestros, nos perteneces, y hoy te velaremos como mereces. No a través del frío del cristal que la sociedad británica se autoimpuesto, sino con el calor que mereces.</p>
<p>
Me uno a Joaquín Sabina y grito: ¡que ser valiente no salga tan caro, que ser cobarde no valga la pena! Descanse en paz.</p>