Diccionario de nombres propios
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<span style="text-align: justify;">El mar de Alborán no tuvo orilla para siete niños con miedo a las olas. La desesperación y la crueldad del desafiante mar, los arrebató de los brazos de sus madres que temblaban mientras lloraban de desesperación. Una barca a la deriva, sin comida, ni agua, ni motor suficiente que los acercara a la orilla de sus esperanzas, contenía a unas cincuenta personas que huían de la crueldad de su tierra.</span></p>
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El dolor y el sufrimiento de estas personas no por ser conocido e incluso televisado, debe ser olvidado e ignorado por las personas de buena voluntad. Es difícil vivir en una sociedad como la nuestra empeñada en hacer de lo accesorio lo fundamental. Los medios de comunicación se ocupan profusamente de las chorradas de un pícaro, de los paseos a la sombra de una tonadillera, o del último anuncio chorra, pero no tienen sitio para unas mujeres sin lágrimas que perdieron a sus hijos cuando la pobreza los empujo a un mar inmisericorde. Las personas sencillas acudieron prestas al socorro de estos hombres y mujeres destrozados. Nuestros responsables políticos no tuvieron tiempo de acompañar sin cámaras a las personas a las cuales el consuelo nunca alcanzará, pero que sí necesitan del bálsamo del cariño y el respeto.</p>
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La tragedia humana no tiene sitio en nuestros planes navideños, nos incomoda y apelamos a la nota oficial de condolencias como narcótico de nuestra conciencia.</p>
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Qué mundo construimos desde nuestras sociedades avanzadas y ricas que no pueden de forma efectiva ayudar a las personas que sufren la dictadura de la pobreza, la desesperanza, la violencia y el desamparo. Me niego a creer que no podamos hacer nada más por ellos que interpelar a las autoridades europeas para que se ocupen del asunto y destinen fondos económicos de los que nos sobran.</p>
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Quiero pensar que nuestra sociedad madura, de personas anónimas y responsables, obligará a nuestros responsables a que tengan alma y tiempo para ocuparse de estas víctimas inocentes.</p>
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Me duele saber que una madre rescatada junto a su hijo, que perdió otros dos de sus niños en esta fatal travesía, no tiene consuelo ni encuentra sentido al sufrimiento que la vida le tenía reservado. Ahora entiendo los versos hondos de la poesía desconocida de Francisco Umbral:</p>
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¿Cuánto dura Noviembre, cuánto dura una vida,/ cuánto durará un hombre que tiene ya en el pecho/ ese peso dormido de los buques sin gente,/ de los mares sin luna, de los mortuorios días?.</p>
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En esta Navidad quisiera construir un diccionario con nombres propios de estas victimas que no puedo olvidar.</p>