De utopías, corralas y elecciones
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Nuestra sociedad obesa no puede soñar. La realidad está sobrada de kilos y no deja sitio para la esperanza. Cuando no nos atrevemos a soñar, siempre nos quedamos cortos y pegados al barro de lo diario.</div>
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Santo Tomás Moro, político virtuoso y hombre para la eternidad, nunca dejó de soñar, y nos regalo su Utopía, obra con demasiadas arrobas pero construida del material ligero de las mejores aspiraciones humanas. Lo suyo fue situar la esperanza en una tierra de nadie, que permitiera trascender al hombre de las servidumbres de lo diario y le invitara a trabajar por una sociedad más justa y humana. Lo utópico desde aquel momento no reside en una isla ficticia, sino en los espíritus libres y ligeros de equipaje. La utopía es el imposible necesario. </div>
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Llama la atención que en una sociedad desarrollada como la nuestra, la utopía no defina ningún proyecto común de envergadura sino que sólo de nombre a una corrala. Edificios que de nuevo se han puesto de actualidad, casi por las mismas razones que las vieron nacer en el Madrid del siglo XVI. Como si de una maldición se tratase, parece que a falta de espacio, el aire debe siempre correr entre los pobres, de ahí las galerías corridas y el patio central.</div>
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La estrechez en estos momentos sigue doliendo como en antaño, pero ahora no recita versos en sus representaciones teatrales, sino que grita a través de la red.</div>
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La Corrala Utopía en Sevilla esta semana ha hecho temblar los cimientos de un gobierno andaluz que no se había movido ante terremotos de muchísima más intensidad. Para desgracia de los utópicos, su esperanza no es el motivo de tanto desvelo. La partida que se juega ahora es la de cómo y cuando convocar las próximas elecciones y no morir en el intento. Saben ambos socios de gobierno que su contrincante anda “enlaberintado” en una estrategia similar a la que le hizo no gobernar a Arenas y lo van a coger con el pie cambiado.</div>
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Al candidato popular le han mostrado las cartas. ¿Seguirá visitando en coche los pueblos que no lo conocen, o comenzará a sacar los pies del plato? Simeone le ha regalado una lección esta semana: no gana la batalla el mejor, sino el que mejor la plantea. </div>
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