El cuento de Jona
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Érase una vez un futbolista cosido a una camiseta. Atendía al nombre de Jona, y vino al mundo en la ciudad primera en el peligro de la libertad.</p>
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Sus goles no lo habían sacado nunca del anonimato eterno de la segunda división. Su sueño fue siempre jugar en el Mundial de Fútbol defendiendo la camiseta de la sangre hondureña de su padre. La realidad lo llevó a tejer su vida con el dolor que le produjo la historia del reciente fallecimiento del guardameta jiennense Manu de la Paz, que pertenecía a un equipo juvenil del Levante, y la historia de la pequeña Paula que no se rinde frente al cáncer.</p>
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Cuando el pasado fin de semana, en un partido frente al conjunto canario de Las Palmas, logró marcar por dos veces, no dirigió su mirada al seleccionador hondureño, simplemente acarició con un mensaje en su camiseta, el corazón de todos españoles.</p>
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Jona celebró sus goles acordándose de los débiles y les mandó el mensaje: "Ánimo Pequeñines" y el hashtag 'Día Mundial contra el Cáncer infantil'.</p>
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Sus versos de apoyo añadieron fuerza y dulzura a los que necesitan mantenerse erguidos frente al dolor.</p>
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Ocurrió entonces que en esta España de héroes y villanos, el Comité de Competición sancionó a su poesía con una multa de 2000 euros. El mismo que se doblega con el poderoso y representa al país rancio de códigos y reglamentos del que queremos huir los ciudadanos normales. A un mensaje con corazón, se le respondió con una multa sin alma.</p>
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Cuando muchos creían que la sociedad seguía adormilada en su eterno letargo, conocimos que somos muchos más los que queremos librar la batalla por la dignidad y justicia de los gestos de apoyo con los más vulnerables.</p>
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El fútbol en su conjunto se engrandeció defendiendo al joven Jona, que como al soldadito de plomo querían arrojar al fuego del sonrojo y el escarnio. El Comité de Apelación ha intentado tapar las vergüenzas a los que no la tuvieron y le ha retirado la humillante sanción.</p>
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Los dos mil euros fueron una ofensa demasiado grande para un país que no cabe en los legajos de la legislación vigente.</p>
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Como final ha escrito un postrero verso que reza así: “El cariño no se compra y la humidad no se vende”.</p>
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