Último tango del CIS
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Las encuestas bailan en las milongas patrias entre recortes, quebradas y firuletes. Las cifras del último barómetro del CIS han encontrado nuevas parejas de baile. El paro, la difícil tesitura económica, los políticos y sus alrededores son fijos en las sesiones de tarde, pero la corrupción política quiere arrebatarle su cetro.</p>
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Los españoles han comenzado a reconocer las dos caras de la moneda de la crisis. En la principal, aparecen los datos dramáticos macroeconómicos que con pavor no saben explicar la crisis propia de cada hogar. La cruz la representa el derroche, la barra libre, la picaresca, la corrupción y el dinero con alas, que describen los contornos de los retratos de los sinvergüenzas con rostro de esta España del “y tú más”.</p>
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La sanidad y la educación comienzan a pedir sitio en el listado de preocupaciones de los españoles de una forma importante. El dinero no garantiza la salud ni la formación de las personas, pero la falta del mismo, hace vulgares a las que deberían ser dos de las más importantes tareas del ejercicio público.</p>
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Los Cárlos Gardel elegidos por los españoles para interpretar sobre la pista los ganchos y la caminata sincopada, son los médicos y profesores. A fuerza de hacerlos cada día más pobres, los convertiremos en los últimos héroes de una España enlaberintada en comisiones, contabilidades “b” y “realities”. En los tiempos de champán y ladrillos, el esfuerzo, el talento, la generosidad y la solidaridad fueron relegados al silencio de la oscuridad, en una España de albañiles y agentes inmobiliarios ricos. La ciencia convertía en insignificantes a sus esforzados trabajadores y la arcilla era el mejor trampolín social.</p>
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Llama la atención, que nuestra sociedad desconfíe de jueces y periodistas a la par. Han compartido demasiado tiempo con los padres de nuestra desgracia, y los españoles los excluyen de la regeneración social y democrática que exigen en las redes sociales y en la calle.</p>
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El CIS ha homenajeado en su último barómetro a la figura del antiguo jefe de la casa real, Sabino Fernández Campos, y han optado por no preguntar. La monarquía ni está ni se la espera.</p>
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Utilizando palabras del estudioso del tango Enrique Santos Discépolo, España es un pensamiento triste que se baila.</p>