Buenismo sanitario
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La sanidad nunca tuvo cuartos ni horas en punto. No conocimos la dictadura del reloj hasta que la actual crisis económica introdujo los minutos en las consultas. En ese preciso instante, nuestros políticos entendieron que el único futuro de la sanidad pasaba por hacerla invisible. La complejidad del reto que se les presentaba sólo podía ser abordado si conseguían que la sanidad no se viviera como problema. Ese fue el inicio de su triunfo. Después soló tuvieron que tener entretenidos a los protagonistas, con polémicas competenciales de bajo rango y promesas de moquetas ministeriales.</p>
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En ese contexto, no es extraño que en el debate televisivo de meninas y mártires del marketing del pasado lunes, no se hablara ni un minuto de sanidad. De forma consciente y deliberada por parte de los líderes de los diferentes partidos políticos, se obvió el necesario debate sanitario.</p>
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Sabemos que la crisis económica parió el drama del paro como su consecuencia más trágica. Un subproducto de la misma, han sido también los jodidos recortes. En la sanidad en España siguen siendo muy relevantes. Muchos posiblemente desconozcan que las tres cuartas partes de lo que se ahorró en este pilar básico de nuestra sociedad, fue a expensas de los gastos en personal sanitario y en medicamentos. Se redujo drásticamente el número de profesionales y los sueldos descendieron de forma alarmante. El ciudadano medio no asistió a la caída de la sanidad pública gracias al sobreesfuerzo y compromiso de los profesionales que no quisieron hacer a los ciudadanos victimas por partida doble del ajuste.</p>
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En esta particular travesía del desierto sanitaria, en la que no se esperan noticias del frente y se vive al día en la trinchera, también debe haber sitio para la autocrítica.</p>
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El colectivo médico, con muchos de sus representantes, ha practicado la política del buenismo sanitario. Con nuestra actitud mendicante hicimos un mal uso de la tolerancia y el diálogo con los responsables políticos. Preferimos el calor de sus despachos, al frío en la defensa de posiciones más comprometidas con la sociedad. Mientras se socavaba este pilar básico, la mayoría organizaban congresos de la nada y disculpaban a los responsable políticos en público . Pisaban la misma moqueta, se sentaban en la misma mesa y se fotografiaban juntos, olvidando su compromiso primero de servicio a las personas .</p>
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Este buenismo de nuevo cuño sustituyó las virtudes del auténtico diálogo con los responsables públicos, por las nuevas técnicas de adhesión con las posturas del poderoso, que nos han traído a este terreno del olvido.</p>
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El ministro de turno seguirá defendiendo que lo que el buenismo sanitario unió, no lo separe la incómoda verdad.</p>