Mariano Rubalcaba Rajoy
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Mariano Rajoy es Rubalcaba con pelo. Con barba cana y afición merengue, ambos han llenado su vida de coches oficiales, moquetas y olor a ministerio. Partieron siempre desde la segunda línea de salida, aunque después alcanzaron el protagonismo de los suyos. El liderazgo, es otra cosa.</p>
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En España ha funcionado durante mucho tiempo en política la profecía literaria del gran Camilo José Cela del que resiste gana. Eso le ocurrió a Felipe González, Aznar, Zapatero y también a Rajoy. Era sólo cuestión de adquirir la naturaleza del corcho, y sobrevivir a las tormentas de lo público, dejando fuera del arca a los propios. Con los años y los desaciertos, sólo había que esperar que los españoles castigáramos con el voto a los adversarios, y construyéramos así una nueva mayoría casi por accidente. Aquí, seguimos votando mucho a la contra, con la abstención o con el voto del yerno.</p>
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Mariano Rajoy heredó un país imposible. El registrador gallego, se rodeó de abogados del estado y convirtió su política en una oposición con preparador en Europa. Con la persiana echada en la sala de estudio de la Moncloa, y sin más obligación que el temario a superar, se olvidó de la realidad como buen opositor que fue. Creyó que toda vez que hubiese superado la prueba, los españoles lo iban a invitar a unas cañas y le iban a acercar a sus niños para hacerse una foto de la victoria, para después revalidarle su confianza dándole su voto. Sin duda, política-ficción. El español medio es poco de agradecer, y mucho de exigir. A la gran mayoría les aburre el discurso pulcro y realista de los opositores, y prefieren la rajada en la barra del bar o el estadio de fútbol. El desaparecido Arriola, no cejó en su estrategia de fiarlo todo al discurso de la recuperación económica y esperar que el voto fuera una fruta madura.</p>
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Primero las europeas, después las andaluzas, y por último, las municipales y autonómicas varias, le han mostrado la realidad al presidente del gobierno. Su partido no cuenta con la confianza necesaria de los españoles para seguir gobernando como lo ha hecho en estos últimos años. Muchos alcaldes y presidentes de gobiernos autonómicos populares se han visto obligados a regresar a sus casas por la bofetada que quisieron darle los españoles a su jefe.</p>
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Consciente de lo que ocurrirá en Noviembre, Mariano Rajoy se convertirá en el Rubalcaba del propio Rajoy, y tendrá que aceptar su último servicio a la política. Deberá soportar una derrota electoral que se atisba histórica. Después será obligado a echarse a un lado, y por último, deberá permitir que una nueva generación ocupe su lugar. </p>