La desventuras del bachiller Nicolás el pequeño
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Tanto fue el trajín que en los últimos días tuvo el bachiller Nicolás, que algunos apellidaron el pequeño, que no pudo emprender otro viaje que el del retiro. Alejado del mundanal tono de su “whatsapp” y sin servicio secreto a su cuidado, llora por las palabras sentidas de su amada “Pechotes”. Nadie como ella ha sabido defender su honra , y en su noche oscura, supo enlazar rimas dulces que aplacaron el dolor su herida alma.</p>
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Nuestra España puede ser recorrida en su extensa geografía, saltando de hombro en hombro de corrupto. Este protagonista de la novela actual española soñó con la gloria del pícaro pero no alcanzó su prosa. El corrupto es un tonto con aspiraciones de listo, con dinero en Suiza y deshonor en España. La corrupción en los últimos años corrió a lomos de billetes de quinientos euros con olor a ladrillo. Conquistó demasiadas ínsulas con excesiva facilidad, pero ahora no puede deshacerse de la larga sombra de la justicia, que siendo lenta, alcanza todas las estancias con cerradura en su puerta. Es verdad que el dinero siempre medió para que el hombre se viera rebajado en su obligación de honor y honra, pero parece que en los años de la burbuja inmobiliaria, nublo en exceso el seso de los que ocupaban las sillas reservadas para los servidores de la patria. Mal hicieron por elegir como señor al dinero , porque éste obliga a mayores servidumbres que las de suyo solicita la dignidad. No es verdad que en España existan más corruptos que en otros lares, pero tanto nos afanamos en cantar sus desventuras que parece que no campe bajo el sol, que acaricia Noviembre, otra cosa que la mangancia con cuello blanco y portavocía en la asamblea. No nos podemos resignar a creer que nuestra tierra no merece mejor destino que el del botín de ladrones y bandidos, porque además de ser injustos seríamos bobos.</p>
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El bachiller Nicolás, que algunos apellidan el pequeño, es otra cosa. No contiene la vulgaridad del trincón y sí la ventura del pícaro, que valiéndose de la palabra y la astucia, encuentra acomodo cerca de los que ejercen el poder y dejan comer los restos de sus platos. Pálido de tez, y cabello en abundancia, canta sus aventuras con estrofas que escribe en su teléfono, que sirven a otros de llave para el cofre pequeño. Sin pelotazo que medie y con poco oro en su bolsa, se ofrece de lazarillo a los empresarios que quieren recobrar la vista de la fortuna que creen merecer.</p>
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Oh bachiller Nicolás, mi pobre pluma pongo hoy a tu servicio, para que se te reconozca la ventura que mereces.</p>