Alfredo "Cervantes" Di Stéfano
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El fútbol se escribe, nunca se lee. La tristeza en el juego abogó siempre por la prosa gris del cero a cero. Los jugadores vivieron su Edad Media austera y a oscuras, cuando jugaban en un puesto encorsetado, con sólo unos metros de recorrido y pena por descubrir. Ver un partido de fútbol en la Europa de mediados del siglo XX era ojear un álbum fotográfico sin movimiento. La pelota no se divertía, parecía que estaba unida por una goma a las botas del jugador, que siempre dibujaba la misma trayectoria.</p>
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En Argentina en esa época, el tango comenzó a bailarse en los terrenos de juego, pero con jocosa celeridad. El escenario pétreo de la tragedia futbolística conoció a un nuevo actor, que los seguidores de River bautizaron como la “Saeta rubia”. Era Alfredo Di Stéfano, delantero tan veloz como uno de aquellos modernos aviones de los años 40 y 50 con propulsión trasera a reacción, conocidos como 'Saetas' .Di Stéfano introdujo el lenguaje cinematográfico en el fútbol y le devolvió la alegría con su pelo rubio.</p>
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Santiago Bernabéu harto de tanto años de derrotas y oscuridad en las rimas del fútbol de su Real Madrid, apostó todo a que este rápido jugador pudiera obrar el milagro en el vestuario blanco. El que había destrozado los límites de las demarcaciones en el terreno de juego y recobrado la belleza y la épica de ganar en el fútbol, fue la esperanza de tanto seguidor deprimido.</p>
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El fútbol del Real Madrid tuvo su Edad de Oro en el siglo XX. Con la llegada de don Alfredo, el equipo blanco acogió para siempre en su “adn”, su promesa permanente de lucha por la victoria. Introdujo la alegría en el fútbol europeo, y se reconoció en una nueva épica vivaz que recordaba a la de las “comedias de capa y espada”. Desde ese instante, el fútbol volvió a emocionar y a convertirse en eterno.</p>
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La “Saeta rubia” conquistó Europa para el Madrid y evangelizó al planeta futbolístico con su “escritura desatada” que Cervantes previamente había descubierto para la literatura.</p>
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El siglo XX se escribió con la prosa del equipo merengue, que descubrió la novela polifónica del balón de la mano de Alfredo “Cervantes” Di Stéfano.</p>
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Descanse en paz.</p>