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El día que fui médico

<p style="text-align: justify;"> Hace veinte a&ntilde;os, cuando los casta&ntilde;os daban sombra en el campus de mi universidad, me gradu&eacute; como m&eacute;dico.</p> <p style="text-align: justify;"> El verano en Pamplona es un relato sin mar pero con mucho cielo. Aquel d&iacute;a estren&eacute; traje claro y corbata verde. El aire se colaba entre el bullicio de la gente, y mi coraz&oacute;n galopaba sin mesura. El doctor Lucas me pidi&oacute; que le presentar a mi madre. La abraz&oacute; y le dijo al o&iacute;do una confidencia que despu&eacute;s conoc&iacute;: &ldquo;Rece todos los d&iacute;as por su hijo para que sea un m&eacute;dico con poso&rdquo;.&nbsp; Mi madre hab&iacute;a estudiado en la escuela de adultos, nunca hab&iacute;a le&iacute;do a los grandes, pero entendi&oacute; la cilindrada del consejo de aquel sabio humanista, que ejerc&iacute;a con ciencia y con conciencia diariamente. Esas palabras me acompa&ntilde;an desde aquel d&iacute;a en el que la sociedad me acept&oacute; como m&eacute;dico.</p> <p style="text-align: justify;"> Mi ni&ntilde;ez huele a vestuario de f&uacute;tbol y habitaci&oacute;n con literas. A calcetines blancos y veranos sin ba&ntilde;ador. Nada de Nenuco y pel&iacute;culas de Walt Disney.</p> <p style="text-align: justify;"> La Carolina era demasiado peque&ntilde;a para todos aquellos que crecimos sin mar. Criarse en un pueblo es un regalo demasiado grande en estos tiempos. Me explico. Desde mi peque&ntilde;a habitaci&oacute;n conspir&eacute; contra el mundo y promet&iacute; com&eacute;rmelo. Ora con el bal&oacute;n, ora con mi ciencia, ora con mis palabras. Fui almacenando el hambre suficiente como para que no me importara comenzar con la mortadela y los libros prestados. Demasiadas horas tuve para pensar en mis largos veranos sin piscina ni mar. Pens&eacute; conquistar el mundo a trav&eacute;s de la medicina.</p> <p style="text-align: justify;"> Desde el d&iacute;a que decid&iacute; ser m&eacute;dico, entend&iacute; que lo&nbsp; perder&iacute;a todo para despu&eacute;s recuperarlo. Gast&eacute; mi juventud bajo la luz del flexo por la ma&ntilde;ana, por la tarde y por la noche, cuando los d&iacute;as necesitaban m&aacute;s de veinticuatro horas. Despu&eacute;s gast&eacute; mi fonendo y mis zapatos en encontrarme con los enfermos que sal&iacute;an a mi encuentro, cuando su sufrimiento me calaba el alma.</p> <p style="text-align: justify;"> Ser m&eacute;dico es ponerse del lado del d&eacute;bil, del vulnerable, del que no va a ganar el partido, del que necesita la mano amiga. Ah&iacute; encuentro mi sitio y no quiero desorientarme.</p> <p style="text-align: justify;"> En estos d&iacute;as de medicina con demasiada l&oacute;gica de los medios, quiero seguir tejiendo la vida con la ilusi&oacute;n del d&iacute;a en el que fui m&eacute;dico.&nbsp;</p>