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Motivarse o morir

<p> <span style="text-align: justify;">La vida es un libro de contabilidad con muchos palos y pocas zanahorias. La motivaci&oacute;n ha sido durante muchos a&ntilde;os tema de tesis doctoral y de casos para jugar en las escuelas de negocios caras con asociaciones de antiguos alumnos.</span></p> <p style="text-align: justify;"> La canalla siempre ha estado jodida en los trabajos. Las razones saltan al cuello de cualquier analista: poca retribuci&oacute;n, ninguna carrera profesional, inestabilidad y mucho &ldquo;ordeno y mando&rdquo;. Lo bueno de todo esto es que el sufrido currante aceptaba su situaci&oacute;n y ve&iacute;a ganar a su equipo entre cervezas. No pon&iacute;a pa&ntilde;os calientes o filosof&iacute;a a su situaci&oacute;n real. Claro, no le importaban ni los valores de la empresa, porque ve&iacute;a la falsedad de los mismos en su d&iacute;a a d&iacute;a, ni los panfletos de responsabilidad social corporativa que parieron una noche en una oficina con luces fluorescentes y caf&eacute;.</p> <p style="text-align: justify;"> El salto mortal vino cuando los que supuestamente eran trabajadores de nivel, los activos m&aacute;s importantes de sus empresas que rezaban en sus comunicaciones internas, comprobaron que empresarialmente ellos tambi&eacute;n pertenec&iacute;an a la misma canalla.</p> <p style="text-align: justify;"> Los estudiosos de la motivaci&oacute;n encontraron la piedra filosofal que necesitaban muchos jefes de cuello blanco, corbata y bonus. La motivaci&oacute;n en esencia es un asunto personal, que tiene que ver son las entretelas del alma de cada uno y de su capacidad para aguantar todos los envites de la vida. Los departamentos de recursos humanos se quedaron con la copla y comenzaron a repetir que como a la mili se iba llorado, a la empresa hay que venir motivado y punto.</p> <p style="text-align: justify;"> S&iacute; creo que las personas crecemos m&aacute;s si tenemos autonom&iacute;a en nuestras vidas, que perseguimos en algunas ocasiones perfeccionarnos en nuestras quehaceres y que buscamos motivaciones trascendentales para vivir dignamente el d&iacute;a a d&iacute;a. Intentamos manejar el foco y la intensidad del mismo en nuestra vida, pero poco m&aacute;s.</p> <p style="text-align: justify;"> Muchos expertos han comprado el discurso del vestuario de las estrellas. No les sirve el del equipo de mi pueblo, ni el que tiene poco presupuesto y siempre pierde.&nbsp; Lo gracioso es que &nbsp;quieren introducirlo en el camarero que trabaja doce horas o en&nbsp; el reponedor de supermercado que se levanta a las dos de la madrugada. Por suerte, los currantes somos m&aacute;s inteligentes y no nos tragamos el mantra de &ldquo;motivarse o morir&rdquo;.</p> <p> &nbsp;</p>