Presidente Suárez
<p style="text-align: justify;">
La política mastica siempre a sus víctimas. La Historia se puede escribir en diferentes capítulos con digestiones más o menos pesadas. Sabemos que Saturno devoró a sus propias hijos, y después quedó reducido a su condición de simple mortal. Desde la mitología griega, los políticos saben cuál es su precio a pagar.</p>
<p style="text-align: justify;">
España es península de antropofagia cainita y guiso a fuego lento. No somos muy dados a cuidar la memoria, la dignidad y la justicia de aquellos que sirvieron al bien común.</p>
<p style="text-align: justify;">
La Transición está demasiado lejana para los que ahora están ocupados en la política de la rueda de prensa sin preguntas y el perfil en Facebook. Por eso no molesta, porque no se la espera. Sus lecciones han quedado para los libros de los jóvenes que estudian el bachillerato y no saben si tendrán selectividad.</p>
<p style="text-align: justify;">
El paso de la ley a ley que construyeron hombres audaces que no tuvieron miedo a la hoguera caníbal, fue demasiado importante en nuestra historia reciente como para pagarle a todos ellos con el olvido. El político de baja cilindrada que campa por nuestros parlamentos y asambleas varias en la actualidad, no quiere que los ciudadanos podamos volver la vista a un pasado demasiado reciente para encontrar en él, a personajes con referencias éticas y en algunas ocasiones, incluso heroicas. No pueden soportar una mínima comparación.</p>
<p style="text-align: justify;">
Tras cuarenta años de dictadura, un Goliat de grandes dimensiones desafiaba a un pueblo que quería reencontrarse con la libertad. El gigante al que debía enfrentarse la sociedad española no procedía de la ciudad de Gat, ni era el paladín del ejército filisteo, pero sin duda tenía poder suficiente como para asediarla más de cuarenta días.</p>
<p style="text-align: justify;">
El pueblo español encontró a su David particular, un hombre de provincias que salía en la tele en blanco y negro, y que atendía al nombre de Adolfo Suárez. Con honradez y arrestos suficientes, no dudó en armar su honda con la piedra que la sociedad le cedió, y se atrevió a derribar las estructuras podridas del estado.</p>
<p style="text-align: justify;">
La fortaleza de Adolfo Suárez fue la de un pueblo que ya no quería correr delante de nadie, sino a su lado, para comenzar a alcanzar las metas de forma compartida.</p>
<p style="text-align: justify;">
Adolfo Suárez representó la prosa profunda castellana en la política.</p>
<p>
</p>