Lágrimas negras
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Occidente empequeñece a la velocidad de la banda ancha de la última oferta de navidad. Nuestra sociedad “Walking Dead” camina desorientada a lomos de nuestros perfiles en las redes sociales. Ya lo proclamó el gran político humanista Vaclav Havel: "la tragedia del hombre moderno no radica en el hecho de que desconoce cada vez más el sentido de la vida, sino en que eso le preocupa cada vez menos". Las causas dejaron de ser comunes cuando los políticos se convirtieron en los mismos enanos que sus iguales.</div>
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Ahora las grandes causas dan sólo para un “trending topic” y se divierten en “macroconciertos”, que después viven sus lunes de resaca. Necesitamos encontrarnos con gigantes como Nelson Mandela.</div>
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África es demasiado pequeña para llorar ella sola a “madiba”. Con el fallecimiento del líder sudafricano, perdemos a un “faro” de los pocos que quedaban en la actualidad de defensa de la dignidad y la libertad de las personas. </div>
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Su contribución a la causa de la no segregación racial, llenará las páginas de los libros de Historia que se aburren con lo vulgar y lo mediocre del menú del día de la notas de prensa.</div>
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Nelson Mandela escribió cada uno de sus días, pensando no en la novela de su vida, sino en la de un pueblo que a fuerza de sufrir encontró su libertad. Pudo haberse quedado como jefe de su tribu “Tembu”, pero eligió el camino angosto.</div>
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Por su vocación política lo perdió todo, pero también lo ganó todo. Para servir a los demás en las causas comunes se necesita honestidad, talento, paciencia y sabiduría para poder alcanzar la credibilidad. Mandela en su recorrido en la vida política fue ejemplo de lo determinante que significa para los hombres ser una persona auténtica. Sus errores, sus equivocaciones, sus malas decisiones, le procuraron los matices humanos que necesita un gigante para no olvidar que tiene los pies de barro. </div>
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Desde las estrecheces de su vida, en libertad y en cautiverio, supo construir un espacio público en el que cupiesen todos los sudafricanos, y les brindó la oportunidad de que pudieran soñar en empresas comunes que les aguardaban.</div>
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Las lágrimas negras que se vierten en su país y en el resto del mundo son de agradecimiento a aquel que fue “amo de su destino, capitán de su alma”.</div>
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