Palabras azucaradas
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Escribo para saber que no estoy solo. Las palabras tejen la vida que he elegido. Tras años de navegar en libros que me descubrieron océanos, he podido comprobar que cuidando a las palabras podemos acariciar a las personas.</p>
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La palabra dulce multiplica los amigos, y aplaca a los enemigos, reza el Eclesiástico.</p>
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Las personas reconocemos la palabra sincera, la hiriente, la acusadora, la sugerente, la auténtica. No soportamos el azúcar en el vocabulario de nuestras vidas.</p>
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Esta semana el Tribunal Supremo consiguió el más difícil todavía, al aceptar como propia la resolución europea frente a la doctrina Parot que ellos mismos habían parido. Las excarcelaciones de asesinos y violadores jalonan la actualidad de una semana que las víctimas quisieran olvidar. El dolor es un mal imposible de olvidar, que insiste en ser atendido. La dulcificación de la justicia está procurando en nuestra sociedad una vomitiva injusticia.</p>
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Los jóvenes españoles en la cola del paro no tuvieron tiempo de ver cómo nuestro presidente del gobierno asistía a la II Conferencia de Empleo Joven. En este caso, el azúcar tomó forma de millones de euros para la reactivación del mercado laboral juvenil. Rajoy es un hombre pegado a un traje oscuro, que se esconde tras las canas de su barba y sus cristales de aumento, para la mayoría de los jóvenes que necesitan más oportunidades y menos azúcar.</p>
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La conferencia política del PSOE se quedó con la melaza que a gritos repartía Rubalcaba, mientras Susana Díaz tomaba su café sin azúcar, ni la sacarina de Carmen Chacón.</p>
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Con dedo meñique alzado, asistimos a los lunes de azúcar de María Dolores de Cospedal, que en su semanal sermón, se atrevió a ignorar a un Aznar que hace tiempo abandonó los cultivos de caña de azúcar y que otrora la descubrió.</p>
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Felipe González pasa de puntillas por la conferencia del silencio de las primarias, y se encuentra a gustito entre empresarios, adquiriendo las dimensiones que le son propias, y que en casa no le reconocen ya.</p>
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El pueblo filipino, tan cercano a nosotros por los años de historia compartidos, sufre con la tragedia causada por el tifón cuyo nombre no quiero recordar, y recibe sólo palabras de consuelo de una España y una Europa que se olvidó de su corazón.</p>
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No soporto más palabras azucaradas. </p>