Palo Infierno Iglesias
El cielo del comunismo es el infierno de la democracia. El veneno en el agua estancada de Occidente. Pasamos en pocos años del asalto al cielo de los morados, al mi vida en el infierno en el gobierno de Sánchez. Eso es Pablo Iglesias: el infierno en el cielo de la democracia.
El vicepresidente segundo del Gobierno y líder de Podemos, afirmó este pasado lunes que "no hay una situación de plena normalidad política y democrática en España", por la existencia de políticos independentistas "en las cárceles y en el exilio". Iglesias aludió a las palabras del ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov , que comentó el encarcelamiento del líder opositor ruso, Alexéi Navalny, y la situación de los presos del golpe al Estado de los líderes secesionistas catalanes. Una provocación que no habla de la calidad de nuestra democracia, sino de la calidad de su liderazgo. En su infierno particular, él se siente permanentemente agraviado, pendiente sólo de su propio devenir y enaltecimiento. Y todo en el tiempo en el que los electores le dieron ya la espalda en Galicia, en el País Vasco y hoy se la darán en Cataluña. Pero la culpa es de la calidad de nuestra democracia. Pablo Infierno Iglesias no entiende que la democracia es una institución básicamente individualista. Se basa en el carácter único e insustituible del individuo humano, cada uno de nosotros importamos. La democracia está por ello en conflicto continuo con el nosotros del comunismo.
El discurso del líder morado ya no quiere conquistar ningún espacio, persigue evitar que le arrebaten el que cree que es suyo. Con su estrategia defensiva de resistencia quiere dar la impresión de que está jugando al ataque. El infierno actual en el que ahora vive Iglesias es el cielo con el que tanto soñó.