No mires a los ojos de Coppini
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La España de los ochenta se reinventaba cada semana en el pelo de Paloma Chamorro y su “Edad de Oro” de la 2. Por allí desfilaban jóvenes irreverentes que con su talento musical comenzaban a descubrirnos la televisión en color. Jesús Ordovás, cazatalentos sin sueldo, en Junio de 1983 nos presentó a un grupo que había hecho tres actuaciones, un disco y acudir al programa de la Chamorro, y que atendía al nombre de “Golpes Bajos”.</p>
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Venían del Vigo donde el cielo es siempre es gris y los bares cerraban de aburrimiento. En aquel ambiente de provincias, de clases y pizarras, de locales sin sonido y litronas eructadas, German Coppini se encontró con Teo Cardalda, Luis García y Pablo Novoa y comenzaron a hacer poesía musical donde otros orinaban canciones de multinacional.</p>
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Músicos sin trayectoria, sin proyecto y sin expectativas, talento en estado puro que se refugiaban en sus magníficas canciones para ocultar su timidez.</p>
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Sin más pretensiones que las que el talento obliga, Golpes Bajos en sus tres años de existencia, con tres discos y algunos conciertos, nos mostraron al resto de adolescentes de aquella generación, que en medio del día a día en blanco y negro, la música puede introducir profundidad y color.</p>
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“No mires a los ojos de la gente” o “Malos tiempos para la lírica” se convirtieron en verdaderos himnos para una generación que no conocía de primera mano los excesos de la movida madrileña, y que necesitaba el aire fresco que el grupo vigués nos insuflaban.</p>
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German Coppini fue un héroe para nuestra generación. Aportó talento, poesía y compromiso. Por la música lo ganó todo, pero también lo perdió todo. No gano dinero, vivió modestamente siempre, como todos los artistas dedicados a la cultura por vocación, que tienen anticuerpos frente a las luces de las carreras musicales en los que el artista lo primero que debe hacer es vender su alma para ganarse la vida.</p>
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El éxito no le cegó y se olvidó de él, pero nunca dejó la música. Llegaron a llamarlo el desertor de la “movida” cuando abandonó Siniestro Total, alcanzó la cima con Golpes Bajos, y regresó al anonimato con sus aventuras personales.</p>
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En Málaga estábamos esperanzados de verlo actuar con Néctar, cuando su hígado alzó la voz y German Coppini solo pudo susurrar su despedida.</p>
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Mientras en España ponía la mesa para cenar en Nochebuena y no escuchaba el discurso del Rey, German Coppini nos dejaba, en silencio. Su voz había sido demasiado importante para muchos de nosotros que no hemos podido otra cosa que entonar un sonoro adiós en este día de Navidad gris que llora al artista.</p>
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En España debieran proclamarse días de luto, y hacer funerales de Estado por la muerte de uno de los grandes de los nuestros que no tuvo mayor gloria que la de escribir canciones que inspiraron a la generación que cambió nuestro país.</p>
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Gracias German Coppini, descanse en paz.</p>